domingo, 17 de septiembre de 2017

La campana rajada.

Es amargo y dulce, durante las noches de invierno,
Escuchar, cabe, el fuego que palpita y humea,
Los recuerdos lejanos lentamente elevarse
Al ruido de los carrillones que cantan en la bruma.


Bienaventurada la campana de garganta vigorosa
Que, malogrado su vejez, alerta y saludable,
Arroja fielmente su grito religioso,
¡Tal como un veterano velando bajo la tienda!


Yo, tengo el alma rajada, y cuando en su tedio
Ella quiere de sus canciones poblar el frío de las noches,
Ocurre con frecuencia que su voz debilitada


Parece el rudo estertor de un herido olvidado
Al borde de un lago de sangre, bajo un montón de muertos
Y que muere, sin moverse, entre inmensos esfuerzos.


Charles Baudelaire, Las Flores del Mal




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