martes, 17 de abril de 2018

COSAS QUE DEBES SABER SOBRE LOS HUMANOS

Los Garou estamos íntimamente ligados a los humanos, por mucho que los Garras Rojas se empeñen en decir lo contrario. Está en nuestra propia naturaleza dual, ni lobos ni hombres pero con parte de cada uno. Intentar negar esos vínculos es absurdo. Es por ello que la historia de nuestro pueblo ha estado ligada siempre a la de la humanidad. 

Al contrario que los vampiros, que suelen influir manteniéndose ocultos, los Garou se han implicado directamente en las grandes luchas de los hombres en muchas ocasiones.

Si hay un evento que marcó la relación entre humanos y Garou fue sin duda el Impergium. Los orígenes ya los apuntábamos cuando hablamos sobre las Guerras de la Rabia, pero hoy nos entretendremos más en la cuestión porque es de vital importancia para entender por qué las cosas son como son.

Originalmente fueron los Ratkin los encargados de vigilar el crecimiento de la humanidad. Como suele suceder con los relatos de estas eras pretéritas no se conoce con exactitud la fecha en que ocurrió. Las diferentes tradiciones lo sitúan en un espectro de tiempo que va desde el 9.000 A.C. hasta el 3.000 A.C., como se verá un margen nada preciso. Lo que sí sabemos es que entre las tribus Garou comenzó a extenderse la creencia de que los hombres rata no estaban cumpliendo adecuadamente con su misión.

Eran demasiado permisivos y eso hacía que los humanos se multiplicaran sin control, así que de manera unilateral nos autoproclamamos como los nuevos guardianes del hombre. Y las consecuencias de esta decisión fueron mucho más allá de la guerra abierta contra los Ratkin.

Nuestros involuntarios protegidos nos miraban ya con desconfianza. Muchos hombres habían contemplado la salvaje rabia que los Garou desataron contra las otras razas de cambiantes. Tampoco ayudó el exceso de celo que algunos de nuestros hermanos demostraron en su nuevo papel. Es fácil suponer que, espoleados por las Garras Rojas y por los lupinos de otras tribus, muchos de ellos convirtieron a los humanos en presas y como tales se les persiguió y se les cazó. 

Fue tal el nivel de violencia demostrado por los Garou que los humanos terminaron por repudiarnos. Se convirtieron en nuestros enemigos e incluso nos combatieron. 

Fue algo que quedó grabado en la memoria colectiva de la humanidad, los supuestos protectores eran vistos ahora como monstruos terroríficos. Esa es la razón de que la mayoría de los humanos sean presa del Delirio cuando contemplan a un Garou en su forma Crinos. El miedo a nuestra especie perdura hasta los humanos de nuestros días.

Volviendo a los tiempos antiguos, la situación llegó a un punto en el que algunas voces dentro de las tribus comenzaron a elevar el tono de sus protestas. Las opiniones eran diversas y enfrentadas.

Había quiénes creían que los humanos debían ser castigados por su rebelión. En cambio otros pensaban que se estaba traicionando nuestro deber como guardianes de la humanidad. Gaia nos había dado el mandato de controlarlos pero también de protegerlos y lo que algunos pedían era prácticamente la extinción de la humanidad, alegando que ya habían cumplido su propósito.

Las tribus parlamentaron largo y tendido hasta que finalmente se llegó a un acuerdo sin par en nuestra historia para evitar una guerra civil entre nuestro pueblo. Se firmó lo que hoy conocemos como el Concordato. 

Se llegó a la conclusión de que los hombres no deseaban la tutela de los Garou, así que no quedaba otra que dar un paso al lado. La sociedad de los hombres lobo se desarrollaría desde aquel momento paralela a la de los humanos, pero también oculta a sus ojos.

Ambas razas estaban condenadas a coexistir y a compartir un mismo mundo. Se prohibió comer la carne de los humanos y se incluyó en la Letanía para que hasta el último de los Garou supiese que era una norma de obligado cumplimiento. Fue más o menos en esa época cuando se instauró el Velo para esconder nuestra existencia a los hombres. 

Con el tiempo nos fueron olvidando y pasamos a ser para ellos mitos y leyendas. Pero el terror a los Garou permaneció marcado a sangre y fuego en sus memorias. Así fue que dio comienzo la Era del Hombre. 

La mayoría de los humanos que viven en la actualidad no son conscientes de que los Garou existimos ni tampoco de que formamos parte de su realidad. Son criaturas débiles en comparación, pero haríais bien en no infravalorarlos. Cuentan con una gran ventaja, su número. Un humano no es rival para un Garou, pero si matas a uno hay algo que puedes dar por sentado, que vendrán más. Es mejor dejarles en paz siempre que puedas evitarlo.

Pero no toda la humanidad es ajena a nuestra existencia. Hay individuos excepcionales que conocen el mundo que se esconde tras el Velo.

De entre esos humanos hay que hacer una especial mención a los Kinfolk, nuestra Parentela. Los Garou, al igual que el resto de las razas cambiantes, necesitan tanto de los humanos como de los lobos para su reproducción y supervivencia, además de para mantener en balance nuestro espíritu dual.

La reproducción entre dos Garou está prohibida por la Letanía, pues su unión produce frutos sin capacidad de reproductiva, los Metis. Por esta razón los Garou deben buscar parejas entre los hombres y los lobos.

Pero no todas las criaturas que nacen de estas relaciones lo hacen como Garou. Un gran porcentaje siguen siendo humanos (o lobos, según sea el caso), aunque distan mucho de lo que consideramos “humanos normales”. 

Aunque no sean hombres lobo siguen siendo descendientes de nuestra sangre y son también nuestra familia, por algo les llamamos Parentela. Una, que no la única, de sus principales características es que estas personas son inmunes al Delirio, al venir de nuestra propia semilla no se ven influenciados por el terror atávico que genera un Garou en su forma Crinos. Con el debido entrenamiento y formación son también capaces de hacer uso de los dones de Gaia o de celebrar cualquier tipo de ritual.

La estructura social y la importancia de la Parentela vienen determinadas por la tribu a la que pertenecen. En la Camada de Fenris o en las Furias Negras tienen una marcada jerarquía patriarcal (o matriarcal en el caso de las Furias). 

Para los Señores de las Sombras y los Moradores del Cristal solo los patriarcas de las familias Kinfolk suelen obtener el reconocimiento de la tribu, el resto de los miembros ha de ganárselo por sus propios méritos. 

En los Hijos de Gaia o en los Caminantes Silenciosos suele existir una jerarquía mucho más relajada en la que no se exige colaboración obligatoria a sus Kinfolk. 

Los Roedores de Huesos ni siquiera tienen una jerarquía y la colaboración de su Parentela depende únicamente de la voluntad de ayudar de los mismos.

Son solo ejemplos porque contar las particularidades de los Kinfolk de cada tribu nos llevaría más espacio del que disponemos.

A pesar de su aparente debilidad no se les debe menospreciar por varias razones, que se podrían resumir en dos.

La primera es que son unos aliados fieles y útiles. Si bien no se pueden medir en fuerza o resistencia con un Garou, su inteligencia y valentía no tienen nada que envidiar a la nuestra.

Tener el apoyo de una parentela fuerte y preparada puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte para una manada o incluso para un túmulo completo. Por experiencia personal sé que cuando el Velo puede resultar comprometido con nuestras acciones, pocas cosas hay más eficientes que enviar a un escuadrón Kinfolk armados hasta los dientes para solucionarlo. 

En algunos casos la Parentela forma sus propias sociedades secretas. Algo que no siempre es el del gusto de todos los Garou, ya que no ven con buenos ojos el secretismo entre sus propios Kinfolk. Ejemplos de estas organizaciones pueden ser los Jueces de Gaia, formados por Parentela de los Colmillos Plateados, o las Eleusinas de las Furias Negras.

La segunda razón por la que no se debe menospreciar a la Parentela es para evitar que el resentimiento crezca entre sus filas. Hay que ponerse en su situación, no es fácil ser el eslabón débil de una cadena.

Muchos Kinfolk envidian las habilidades de los Garou, unas habilidades que a ellos les han sido negadas a pesar de ser sangre de nuestra sangre. Abusar de ellos o ningunearlos son acciones que han demostrado tener unas consecuencias nefastas.

Un Pariente desencantado es una víctima ideal para el Wyrm. Y no hay que olvidar que gracias al conocimiento que tienen de nuestra sociedad pueden causar un daño terrible si revelan dicha información al Corruptor.

Otro lamentable caso es el de la abominable sociedad de los Caminantes de la Piel, Kinfolk que fueron seducidos por las promesas de poder del infame Samuel Haight. Gracias al blasfemo Ritual del Renacimiento, para el que se necesitan las pieles de cinco hombres lobo, estos Parientes dominados por el rencor y la envidia forzaron su transformación en Garou.

Este crimen es considerado tan abominable que hasta los Danzantes de la Espiral Negra les cuentan entre sus enemigos.

Estos hechos nos deben hacer reflexionar para que en el futuro no vuelvan a ocurrir jamás. Debemos hacer examen de conciencia para saber qué parte de culpa nos puede ser achacada. Ellos son nuestra familia, nuestra responsabilidad y también nuestro futuro. Nunca lo olvides.

Escrito por Solomon Margrave para Revista Vaulderie.
Ilustración de Dan Dos Santos


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