viernes, 23 de febrero de 2018

Hombre Lobo, el otro mundo de Oscuridad

No hace mucho veía en la tele el excelente documental “Mundo de Tinieblas”. Os lo recomiendo si no lo habéis visto, analiza el gran impacto que tuvieron estos juegos de rol entre la década de los noventa y principios de siglo. El caso es que el documental hizo que se despertara en mí una avalancha de nostalgia.

Pasé muchas horas jugando o arbitrando partidas, tanto en mesa como en vivo, ambientadas en el World of Darkness (WoD). 

Poco después me propusieron que escribiera una serie de artículos relacionados con la ambientación. Me pilló con la subida de adrenalina, no supe decir que no y aquí estoy.

Como dicen que lo mejor es empezar por el principio, sigamos el ejemplo. Aquí el comienzo está claro. 

Corría el año 1991 cuando se publicó Vampiro: La Mascarada. Fue un auténtico bombazo, en ese mismo año ya ganaba el premio Origins (los Oscars del mundillo rolero). Los vampiros hasta el momento siempre habían sido los malos, pero ahora podías jugar con ellos. 

Hay que añadir que además contaba con una ambientación detalladísima y muy profunda. Algo que no era muy habitual en aquellos días.

Con un universo tan rico solo necesitabas leer un poco y ya tenías claro quién eras, cuál era tu lugar en el mundo y cuales tus objetivos. Pero yo no voy a ir por esos derroteros. En el documental que citaba antes lo hacen de manera tan excepcional que mejor no repetirnos y vamos a lo que hemos venido.

Os voy a contar un pequeño secreto. Nunca me gustó mucho el Vampiro: La Mascarada. Es cierto que tiene un entorno muy rico en detalles, que era lo más original que habíamos visto en mucho tiempo y todo lo que queráis.

Pero yo no me sentía cómodo interpretando a un chupasangre. No me terminaban de convencer sus motivaciones y sus luchas internas me daban un tanto igual. Jugaba porque no quería ser el raro del grupo al que no le gustaba el juego con el que flipaba a todo el mundo. Me cogí un Brujah porque me pareció que era los más que iban a su bola y porque creía que era lo más parecido a un bárbaro que iba a encontrar por allí. 

Jugamos un par de módulos y yo seguía sin verle el encanto a ser un muerto viviente que se alimenta de sangre. No me sentía integrado en la Camarilla ni me generaba empatía ninguno de los clanes. Tampoco dije ni pío, el resto se lo pasaba estupendamente y no iba a ser yo el aguafiestas. Pero en el tercer módulo todo cambió.

Recuerdo que arbitraba mi amigo Alexis, con quién continúo jugando a día de hoy. En la escena estábamos en una vieja mansión de dos plantas y bajábamos la escalera para salir de la casa. No sé muy bien qué rayos hacíamos allí, pero el caso es que de repente la puerta principal saltó hecha astillas y allí apareció un hombre lobo. Yo di un respingo y pregunté: “¿En este juego también hay hombres lobo?”. Alexis me respondió que sí, que era una criatura oficial del WoD, y una sonrisilla maléfica iluminó mi rostro. Desde ese momento jugar con un hombre lobo se convirtió en algo casi obsesivo para mí. No se podía molar más que siendo un licántropo.

Nada de conspiraciones chorras ni de acumular poder para no sé qué gaitas en vinagre. ¡A arrancar cabezas a mordiscos como mandan los cánones!

El Mascarada era el exitazo del momento, todo el grupo quería arbitrar una partida. Como había que distinguirse del resto, mi amigo Sergio propuso darle una vuelta de tuerca al juego y hacer una campaña con cazadores de vampiros. Una idea que la propia White Wolf acabaría convirtiendo en un juego mucho tiempo después con Cazador: La Venganza.

Comencé mi campaña de acoso y derribo para que me dejara llevar a un hombre lobo. Él me respondió que ni siquiera había reglas para eso, que tan solo habían unas estadísticas sin nada de trasfondo. Yo no iba a dejar que un detalle tan nimio me desanimara. Tanto debí aburrir al pobre Sergio que terminó aceptando que fuese un licántropo y hasta creó su propia ambientación. Que no estaba nada mal, habría que añadir.

Así que puedo decir con cierto criterio (o guasa, según veáis) que fui el primero en jugar al Hombre Lobo. Fui un adelantado a mi tiempo en este aspecto, jugué incluso antes de que fuera publicado el juego. 

De la partida con los cazadores guardo muy buenos recuerdos. Llevábamos unos meses con la campaña cuando alguien comentó que iban a sacar el juego del Hombre Lobo: El Apocalipsis. Iba a compartir universo con el Vampiro y ofrecía una nueva ambientación para usar licántropos como personajes jugadores. Gaia había oído mis plegarias, estaba que me mordía las uñas de impaciencia por tener el libro entre mis manos.

Martiricé a mi librero durante un par de meses, preguntándole continuamente si ya había llegado el juego. Estoy seguro de que llegó a conocerme como “el cansino del Hombre Lobo”. 

Entonces la espera llegó a su fin. Un día entré en la librería y el dependiente asintió con la cabeza nada más verme entrar. Allí estaba aquel hermoso tomo de tapa dura con reflejos rojos y azules. Con unas impresionantes marcas de garras que rasgaban la portada. Fue amor a primera vista. Lo compré y salí pitando para casa. Llegué, me tumbé en la cama y lo abrí.

Devoraba los renglones, estaba enganchado a aquello. Mientras más leía más me gustaba. Definitivamente aquel era el juego para mí, el que había estado esperando. Es más, superaba mis sueños más húmedos. 

Un mundo nuevo dentro del WoD lleno de mística, épica y tragedia. Pero sin renunciar a lo que más nos gusta en el rol, que no es otra cosa que repartir hostias como si fueran panes.

Espero que me perdonéis esta batalla de abuelete que os acabo de contar. No se me ocurrió mejor manera de contaros por qué decidí iniciar esta serie de artículos que hoy comienza sobre el juego Hombre Lobo: El Apocalipsis. Simplemente porque es un juego que me encanta a rabiar.

Veinticinco años después de su publicación ha llovido mucho y hemos visto cosas muy interesantes, pero sigue siendo una de las mejores ambientaciones que se hayan hecho nunca en un juego de rol.

No quiero con esto quitar mérito a los otros juegos de la línea. Vampiro: La Mascarada o Mago: La Ascensión son juegos excelentes, con una estupenda ambientación también. Pero creo que Hombre Lobo: El Apocalipsis es visto a veces como el hermano menor de la saga. 

Lo que quiero intentar con estos artículos es demostraros que no es así. No tiene nada que envidiar al resto de la familia.

Intentaré resumir los aspectos más interesantes y las curiosidades que se esconden dentro de las páginas de los muchos manuales y complementos que llegó a generar este juego. 

Hay tanto que contar que no es conveniente hacerlo todo de golpe, porque podría llegar a ser una saturación de información. Arbitré como master mucho tiempo al Hombre Lobo y una de las cosas que más gustaba a mis jugadores era ir descubriendo todo ese fantástico trasfondo poco a poco. Espero no haber perdido mis facultades como director de juego y que consiga transmitiros aunque sea una pizca de la magia de este rincón del Mundo de Oscuridad.

Permitidme que os invite a un recorrido por la tradición y la historia de los Garou. Los guerreros elegidos por Gaia para defender la madre tierra de la corrupta avaricia del Wyrm.

Las formas, los auspicios, las tribus, sus aliados y enemigos. Las creencias que rigen sus vidas, los objetivos que persiguen y cuáles son las relaciones que tienen con el resto de habitantes del Mundo de Tinieblas.

Hasta las diferentes razas de cambiantes con las que comparten mundo. No todos los defensores de Gaia son lobos.

En esta primera entrada no vas a encontrar gran cantidad de información sobre el juego.

He preferido presentaros un breve aperitivo de lo que está por llegar, a ver si así os atrapo para que sigáis la serie que vamos a dedicar a estas bestias peludas y malhumoradas. Está por ver si lo he conseguido y tampoco me corresponde a mí determinar si así ha sido.

Lo que sí os puedo garantizar desde ya es que pondré toda mi ilusión y toda mi pasión para tratar de contagiaros el virus de la licantropía con mis palabras. 

En la próxima entrega nos meteremos ya directamente en harina y prometo no contaros muchas más de mis batallas de viejo rolero.

Empezaremos hablando un poco sobre la Cosmogonía de este universo. Trataremos sobre cuáles son los grandes poderes que mueven los hilos de la realidad en la que viven los Garou. El Wyrm, el Wyld y La Tejedora. Una mitología muy detallada y original que va más allá de la manida dicotomía entre el Bien y el Mal o la Ley y el Caos.

Pero no adelantemos acontecimientos, de eso y de muchas más cosas seguiremos hablando muy pronto. Siempre que vosotros lectores tengáis a bien acompañarme en este apasionante viaje al corazón de la bestia. 

Aquí aprenderás que no todos los monstruos tienen garras y colmillos, a veces los peores no son distinguibles de la gente que te puedas encontrar por la calle.

Al conocer el mal que nos rodea solo podrás hacerte una pregunta: 

“¿Cuándo te dominará la rabia?”

Solomon Margrave para Revista Vaulderie




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